La verdad es que no

no he querido

voltearme hacia afuera como un guante recién usado

no he querido sacar a la luz lo que está dentro

para ver de qué está hecho eso que punza

ni hacer eso que digo siempre que hagan:

“tocar la herida con la izquierda para escribir con la derecha” (o viceversa)

 

¡No!

porque no se ha terminado

esta mal llamada cuarentena en la que llevamos cautivos cincuenta noches

y aún nos falta la mitad...

No he querido hablar de eso

que no tiene cara

que no tiene nombre

y que conocemos sólo como “el mal”

un mal que pende sobre nuestras cabezas

y las de los amados

tan redondas y tan frágiles

¡No!

 

Porque no se soplan en el aire los vilanos

de nuestro más escondido secreto sin hacer un llamado a la desgracia;

porque duele mirarse al espejo

-despojada de armaduras y de espada-

para confesarse derrotada: Tengo miedo.